LAS SAGRADAS ESCRITURAS

Las Sagradas Escrituras, una transcripción del amor de Dios, explican el origen, la caída y la redención de la humanidad. Contienen toda la revelación suficiente de la voluntad de Dios para los hombres y mujeres como nuestra única regla infalible de fe y práctica bajo la guía del Espíritu Santo. Juan 5:39; Salmo 89:34 (compárese con Mateo 22:29; Juan 7:17); Lucas 24:44, 45; Salmo 119:104, 105; Isaías 8:20; 2 Timoteo 3:15.

La Biblia (el Antiguo y el Nuevo Testamento) es la autoridad para enseñarnos y corregirnos, mostrándonos la diferencia entre lo bueno y lo malo (Marcos 12:24; Hechos 17:11; 2 Timoteo 3:16, 17; Santiago 1:22, 23; 1 Pedro 1:22, 23). Por lo tanto, nuestra posición individual ante Dios y nuestra relación unos con otros debe ser basada en un “Así dice Jehová” (Mateo 7:12; Juan 8:32; 16:13; 17:17; 2 Tesalonicenses 2:13).

La presencia de Cristo con los hombres de Dios, impresionados por el Espíritu Santo, tanto en el Antiguo como el Nuevo Testamento, es el origen de la Palabra escrita de Dios (2 Pedro 1:21; 2 Timoteo 3:16; Lucas 16:29, 31; Juan 5:46, 47). La prueba de su inspiración divina se encuentra en la misma Biblia (1 Pedro 1:10–12; 1 Tesalonicenses 2:13).

A través de la ayuda del Espíritu Santo, la Biblia se explica por sí misma y no necesita ninguna tradición humana o catecismo para su interpretación (Isaías 28:10; 34:16; 2 Pedro 1:19, 20). Si vivimos en armonía con las Sagradas Escrituras, las promesas y bendiciones del Señor son nuestras (Lucas 11:28; Mateo 4:4; 7:21, 24, 25; Juan 6:63; 8:31).

“Toda la Biblia es una manifestación de Cristo, y el Salvador deseaba fijar la fe de sus seguidores en la Palabra. Cuando su presencia visible se hubiese retirado, la Palabra sería fuente de poder para ellos”.—El Deseado de Todas las Gentes, pág. 354.

“La Biblia es la más maravillosa de todas las historias, porque es hecha por Dios, no por la mente finita. Nos lleva hacia atrás a través de los siglos hasta el principio de todas las cosas, presentando la historia de los tiempos y escenas que de otra forma nunca habrían sido conocidas. Revela la gloria de Dios en la obra de su providencia para salvar a un mundo caído. Presenta en el lenguaje más simple el irresistible poder del evangelio que, de ser recibido, cortaría las cadenas que ligan a los hombres al carruaje de Satanás”.—Fundamentals of Christian Education, pág. 377.

“Todas las partes de la Biblia son inspiradas por Dios y todas son provechosas. Tanta atención merece el Antiguo Testamento como el Nuevo. Al estudiar el Antiguo Testamento hallaremos manantiales vivos que brotan de lugares donde el lector indiferente sólo halla un desierto”.—La Educación, pág. 185.

“La mera lectura de la Palabra no logrará el resultado designado por el cielo, sino que la verdad revelada en la Palabra de Dios debe penetrar en el corazón, si se desea obtener el bien pretendido”.—Fundamentals of Christian Education, pág. 131.

“Toda la Biblia es una revelación de la gloria de Dios en Cristo. Recibida, creída y obedecida, es el gran instrumento en la transformación del carácter. Es el único medio seguro de cultura intelectual”.— Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 606.

“Mirando constantemente a Jesús con el ojo de la fe, seremos fortalecidos. Dios hará las revelaciones más preciosas a sus hijos hambrientos y sedientos. Hallarán que Cristo es un Salvador personal. A medida que se alimenten de su Palabra, hallarán que es espíritu y vida. La Palabra destruye la naturaleza terrenal y natural e imparte nueva vida en Cristo Jesús. El Espíritu Santo viene al alma como Consolador. Por el factor transformador de su gracia, la imagen de Dios se reproduce en el discípulo; viene a ser una nueva criatura”.—El Deseado de Todas las Gentes, pág. 355.

“La Biblia, y la Biblia solamente, [es] como el fundamento de nuestra fe”.—Mensajes Selectos, tomo 2, pág. 97.

“Pero Dios tendrá en la tierra un pueblo que sostendrá la Biblia, y la Biblia sola, como piedra de toque de todas las doctrinas y base de todas las reformas. Ni las opiniones de los sabios, ni las deducciones de la ciencia, ni los credos o decisiones de concilios tan numerosos y discordantes como lo son las iglesias que representan, ni la voz de las mayorías, nada de esto, ni en conjunto ni en parte, debe ser considerado como evidencia en favor o en contra de cualquier punto de fe religiosa. Antes de aceptar cualquier doctrina o precepto debemos cerciorarnos de si los autoriza un categórico ‘Así dice Jehová’ ”.—El Conflicto de los Siglos, pág. 653.