EL SÁBADO

Después que el Señor completó la obra de la creación, descansó en el séptimo día. Entonces lo bendijo y lo santificó para beneficio de la humanidad a fin de guardarlo en santidad e interrumpir toda su labor secular. Así se instituyó el sábado como un monumento conmemorativo de la obra del Creador. Este es el día del Señor. Génesis 2:1–3; Marcos 2:28; Éxodo 20:8–11; 16:23; Isaías 56:2; 58:13. El sábado también es una señal del descanso espiritual de Dios en el cual deseaba él que Adán y sus descendientes tomaran parte. Para nosotros el sábado es una señal del descanso que encontramos en Cristo (Hebreos 3:18, 19; 4:1–4, 9–11 (compárense con Mateo 11:28, 29).

“La ley de Dios existía antes de que el hombre fuera creado. Los ángeles eran gobernados por ella. Satanás cayó porque transgredió los principios del gobierno de Dios. Después que fueron creados Adán y Eva, Dios les dio a conocer su ley. No era escrita entonces, pero les era repetida por Jehová.

“El sábado del cuarto mandamiento fue instituido en el Edén. Los principios incluidos en el decálogo existían antes de la caída, y eran adecuados a la condición de seres santos. Después de la caída, estos principios no fueron cambiados, nada fue quitado de la ley de Dios, sino que fueron dados al hombre preceptos adicionales para hacer frente a su condición caída”.—The Signs of the Times, 10 de junio de 1880.

“El sábado no era para Israel solamente, sino para el mundo entero. Había sido dado a conocer al hombre en el Edén, y como los demás preceptos del Decálogo, es de obligación imperecedera. Acerca de aquella ley de la cual el cuarto mandamiento forma parte, Cristo declara: ‘Hasta que perezca el cielo y la tierra, ni una jota ni un tilde perecerá de la ley’. Así que mientras duren los cielos y la tierra, el sábado continuará siendo una señal del poder del Creador. Cuando el Edén vuelva a florecer en la tierra, el santo día de reposo de Dios será honrado por todos los que moren debajo del sol. ‘De sábado en sábado’, los habitantes de la tierra renovada y glorificada, subirán ‘a adorar delante de mí, dijo Jehová’ (Mateo 5:18; Isaías 66:23)”.

“Ninguna otra institución confiada a los judíos propendía tan plenamente como el sábado a distinguirlos de las naciones que los rodeaban. Dios se propuso que su observancia los designase como adoradores suyos. Había de ser una señal de su separación de la idolatría, y de su relación con el verdadero Dios. Pero a fin de santificar el sábado, los hombres mismos deben ser santos. Por la fe, deben llegar a ser partícipes de la justicia de Cristo. Cuando fue dado a Israel el mandato: ‘Acordarte has del día del reposo, para santificarlo’, el Señor también les dijo: ‘habéis de serme varones santos’ (Éxodo 20:8; 22:31). Únicamente en esa forma podía el sábado distinguir a los israelitas como adoradores de Dios.

“Al apartarse los judíos de Dios, y dejar de apropiarse de la justicia de Cristo por la fe, el sábado perdió su significado para ellos. Satanás estaba tratando de exaltarse a sí mismo, y de apartar a los hombres de Cristo, y obró para pervertir el sábado, porque es la señal del poder de Cristo. Los dirigentes judíos cumplían la voluntad de Satanás rodeando de requisitos pesados el día de reposo de Dios. En los días de Cristo, el sábado había quedado tan pervertido, que su observancia reflejaba el carácter de hombres egoístas y arbitrarios, más bien que el carácter del amante Padre celestial”.—El Deseado de Todas las Gentes, págs. 249, 250.

Una Señal de Relación

El sábado es una señal de la relación entre Dios y su pueblo, designándolo como su pueblo especial y peculiar que guarda sus mandamientos, que está libre de la idolatría y que adora al Dios verdadero (Éxodo 31:16, 17; Ezequiel 20:20).

Una Señal de Liberación y Redención

Cuando los hijos de Israel salieron de Egipto, el sábado fue proclamado también como una señal de liberación de la esclavitud (Deuteronomio 5:15). Se volvió parte de la ley escrita de Dios—aquella “ley de fuego” de los diez mandamientos— que salieron de la mano derecha del Señor (capítulo 33:2). Para nosotros, el sábado es también una señal de liberación de la esclavitud del pecado. Es, por lo tanto, una señal de santificación y redención. Juan 8:32–36; Éxodo 31:12, 13; Isaías 56:1, 2; Ezequiel 20:12 (compárese con Juan 17:17).

Una señal de la justicia de Cristo Dado que la ley de Dios es expresión de su justicia (Salmo 119:142, 172), y puesto que el sábado es el sello de la ley de Dios (Éxodo 31:17; Isaías 8:16), la verdadera guarda del sábado también es una señal de la justicia de Cristo en la creación de un nuevo corazón en el creyente.

Cristo Enseñó la Verdadera Observancia del Sábado

La controversia entre Jesús y los fariseos acerca del sábado nunca involucró la cuestión de si debía o no observarse el sábado. El debate era solamente acerca de cómo debería ser guardado el sábado. Jesús rechazó todas las tradiciones humanas innecesarias y enseñó la “legítima” observancia del sábado dándonos un ejemplo (Lucas 4:16; Mateo 12:1–12; Lucas 13:10–17; Juan 5:2–11; 7:22, 23). Enseñando la correcta guarda del sábado según la ley, Cristo confirmó la sagrada validez del mandamiento sabático.

La instrucción de Cristo a sus discípulos, de orar para que su huída no tuviera lugar en sábado, confirma la santidad sabática en la dispensación cristiana (Mateo 24:20). Esa instrucción no sólo fue dada para beneficio de los creyentes que vivían en Judea después de la crucifixión de Cristo (compárese con Mateo 24:16–18; Hechos 8:1), sino también para beneficio de aquellos que viven en los últimos días. Mateo 24:3, 32, 33.

Los fariseos, que acechaban continuamente a Cristo, no pudieron encontrar en él ninguna evidencia de transgresión del sábado. Ni aún cuando estaba ante Caifás pudieron ellos acusarlo de haber violado el sábado. No intentaron siquiera usar un testigo falso contra él en este punto (Lucas 6:7; Mateo 26:59–66; Juan 18:28–31).

Cuando el nuevo pacto ya había sido confirmado por la muerte de Cristo en la cruz (Hebreos 9:16), y puesto que no podría hacerse ningún cambio luego de haber sido ratificado (Gálatas 3:15), los discípulos continuaron aun descansando en el sábado en obediencia al cuarto mandamiento (Lucas 23:56).

Inmediatamente antes de su ascensión, Cristo dio las últimas instrucciones a sus discípulos, de enseñar y observar “todas las cosas que os he mandado”. Él nunca dijo una palabra sobre algún supuesto cambio del sábado al domingo —ni en el pasado, el presente o el futuro (Mateo 28:20 [compárese con Lucas 16:17]).

Los Cristianos Primitivos fueron Fieles Guardadores del Sábado

Los cristianos primitivos guardaban el sábado, el séptimo día de la semana, y celebraban habitualmente reuniones religiosas en ese día (Hechos 13:14, 42, 44; 16:13; 17:1–3).

Durante un año y medio Pablo predicó en Corinto cada sábado, persuadiendo a judíos y a griegos, y no hay ninguna indicación que él haya tratado alguna vez de introducir un cambio del sábado al domingo (Hechos 18:4, 11). Ananías, un dirigente de la iglesia, no habría mantenido una buena reputación entre todos los judíos si no hubiera sido un estricto guardador del sábado. Hechos 22:12.

Después de la ascensión de Cristo, judíos y cristianos adoraron en las sinagogas en el día de sábado (Hechos 9:12; 22:19; 15:21 [compárese con Mateo 23:1–3; Juan 16:2]).

No existe ninguna evidencia que los cristianos primitivos hubieran ofendido a los judíos no guardando el sábado (Hechos 25:8; 1 Corintios 10:32).

Cuando se levantó un conflicto dentro de la iglesia acerca de la ley ceremonial, esto no supuso ningún intento de cambiar el sábado. Tal intento nunca se dio entre los cristianos primitivos. Si algunos de los dirigentes hubieran intentado hacer algo tan serio, todo el libro de Hechos rebosaría de referencias al conflicto causado por intentar esa desviación. Por lo tanto, el completo silencio sobre esta cuestión demuestra que los cristianos primitivos no hicieron ninguna innovación en este punto (Hechos 15:1–6, 23–29).

En la Nueva Tierra

En la tierra renovada los redimidos vendrán para adorar ante el Señor sábado tras sábado. El sábado continuará siendo un monumento conmemorativo de la creación y redención de Dios a lo largo de la eternidad. Isaías 66:22, 23.

Guardando el Santo Sábado

“Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó”. (Éxodo 20:8–11).

El cuarto mandamiento de la Ley de Dios confirma la validez del séptimo día de la semana como el sábado que Dios había ordenado en el Edén. Después de descansar en este día, Dios lo bendijo y lo santificó. Génesis 2:3. Entonces lo apartó como su sábado, un día santo de descanso, el monumento conmemorativo de su creación. Marcos 2:27. También lo convirtió en señal (Éxodo 31:17) de obediencia entre los seres humanos y él, como el único y verdadero Dios.

La verdadera observancia del sábado, en conformidad con la santa ley de Dios, sólo puede tener lugar cuando el propósito original de Dios al establecer el sábado del séptimo día es claramente comprendido, y cuando el amor a Dios en el corazón es supremo. Guardando el santo sábado según las instrucciones de Dios en su Palabra, confirmamos nuestra relación y obediencia hacia él como nuestro Dios, Creador, Redentor y Padre celestial.

Bendiciones de guardar el sábado Cuando Dios bendijo, santificó y apartó el séptimo día de la semana como su santo sábado, también prometió bendecir y santificar a todos los que lo observaran según sus instrucciones (Ezequiel 20:12).

“Entonces te deleitarás en Jehová; y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer la heredad de Jacob tu padre; porque la boca de Jehová lo ha hablado” (Isaías 58:14).

El cuarto mandamiento prohíbe toda forma de trabajo secular en sábado que pueda ser hecho en cualquier otro día de la semana. Esta prohibición se extiende a todos los miembros de la casa, visitantes que se quedan en nuestras casas, e incluso nuestros animales domésticos de trabajo.

Viernes, un Día de Preparación

“Termínense el viernes los preparativos para el sábado. Cuidad de que toda la ropa esté lista y que se haya cocinado todo lo que debe cocinarse, que se hayan lustrado los zapatos y tomado los baños. Es posible lograr esto. Si lo establecéis como regla, podéis hacerlo. El sábado no debe destinarse a reparar ropas, a cocinar alimentos, a los placeres, o a otra ocupación mundanal. Antes de que se ponga el sol, debe ponerse a un lado todo trabajo secular, y guardarse fuera de la vista todos los periódicos de ese carácter. Padres, explicad a vuestros hijos lo que hacéis y os proponéis, y dejadlos participar en vuestra preparación para guardar el sábado según el mandamiento”.—Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 22.

“Debe prestarse atención a la vestimenta de los hijos durante el viernes. Durante la semana, todo esto debiera haber sido arreglado por las propias manos de ellos bajo la dirección de la madre, de modo que pudieran vestirse quedamente, sin ninguna confusión ni apresuramiento, ni órdenes precipitadas”.— Conducción del Niño, pág. 500.

“Hay otra obra que debe recibir atención en el día de preparación. En ese día deben ponerse a un lado todas las divergencias entre hermanos, ora sea en la familia o en la iglesia. Expúlsese del alma toda amargura, ira y malicia. Con espíritu humilde, ‘confesaos vuestras faltas unos a otros, y rogad los unos por los otros, para que seáis sanos’ (Santiago 5:16)”.—Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 22.

“Cuando el sábado comienza debemos ponernos en guardia, velar sobre nuestros actos y palabras, no sea que robemos a Dios, dedicando a nuestro uso el tiempo que pertenece estrictamente al Señor. No debemos hacer ni permitir que nuestros hijos hagan trabajo alguno para ganarse la vida, ni cosa alguna que podría haberse hecho durante los seis días hábiles. El viernes es el día de preparación. Entonces puede dedicarse tiempo a los preparativos necesarios para el sábado, y a pensar y conversar acerca de ello. Nada de lo que a los ojos del cielo será considerado como violación del santo sábado debe dejarse para ser dicho o hecho en sábado. Dios requiere no sólo que evitemos el trabajo físico en sábado, sino que disciplinemos nuestra mente para que se espacie en temas sagrados. Se infringe virtualmente el cuarto mandamiento al conversar de cosas mundanales o al dedicarse a una conversación liviana y trivial. El hablar de cualquier cosa o de todo lo que acude a la mente, es pronunciar nuestras propias palabras. Toda desviación de lo recto nos pone en servidumbre y condenación”.—Conducción del Niño, págs. 501, 502.

Cosas Compatibles con la Observancia del Sábado

Cristo asistió a las reuniones de la iglesia en el sábado (Lucas 4:16) y nos enseñó por el ejemplo que es lícito hacer el bien en este día. Mateo 12:9–13; Marcos 3:1–5.

Cristo era un verdadero Médico Misionero. Él sanó a muchas personas en sábado. En relación con la curación y ministerio de bienestar declaró: “El día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo” (Marcos 2:27).

Por lo tanto, están permitidas todas las obras de misericordia que están en armonía con el propósito del sábado (Mateo 25:35, 36).

“Los médicos deben cultivar un espíritu de abnegación y sacrificio propio. Puede ser necesario consagrar incluso las horas del santo sábado para aliviar los sufrimientos de la humanidad. Pero los honorarios por tal labor deben depositarse en la tesorería del Señor para ser usados por los pobres que sean dignos, que necesitan el talento médico pero no pueden permitirse el lujo de pagar por él”.—Medical Ministry, pág. 216.

“A menudo los facultativos son llamados durante el sábado para atender a los enfermos, y les resulta imposible tener tiempo para el descanso y la devoción. El Salvador nos ha mostrado por su ejemplo que es correcto aliviar el sufrimiento en este día; pero médicos y enfermeras no deben hacer trabajo innecesario. El tratamiento ordinario, y las intervenciones quirúrgicas que pueden esperar, deben diferirse hasta el siguiente día. Hágase saber a los pacientes que los médicos deben tener un día para el descanso”.—Ídem, pág. 214.

“¡Cuánto necesita el médico fiel la simpatía y las oraciones del pueblo de Dios! Sus requerimientos en este sentido no son inferiores a los del ministro o misionero más consagrado. Como está muchas veces privado del descanso y del sueño necesarios, y aun de los privilegios religiosos del sábado, necesita una doble porción de la gracia, una nueva provisión diaria de ella, o perderá su confianza en Dios, y el peligro de hundirse en las tinieblas espirituales será mayor para él que para los hombres de otras vocaciones. Y sin embargo, con frecuencia, se le hace objeto de reproches inmerecidos, se lo deja solo, sujeto a las más fieras tentaciones de Satanás, y se siente incomprendido, traicionado por sus amigos”.—Consejos Sobre la Salud, pág. 324.

“En el sábado pueden hacerse las obras absolutamente necesarias y las de misericordia. A los enfermos y dolientes hay que cuidarlos todos los días, pero se ha de evitar rigurosamente toda labor innecesaria”.—Patriarcas y Profetas, pág. 315.

Cosas Incompatibles con la Observancia del Sábado

La preparación de comidas, cocinar y hornear. Éxodo 16:23.

Llevar cargas, así como comprar, transportar y vender toda clase de mercancías. Nehemías 13:15–22.

Ocuparnos en nuestros placeres y en conversaciones impropias para el sábado. Isaías 58:13.

Transgredir el sábado usando para nosotros el tiempo que es de Dios.

“El sábado . . . es tiempo de Dios, no nuestro; cuando lo violamos estamos robando a Dios. . . Dios nos ha dado el conjunto de los seis días para hacer nuestro trabajo y se ha reservado únicamente uno. Este debiera ser un día de bendición para nosotros: un día cuando debiéramos poner de lado todos nuestros asuntos seculares y centralizar nuestros pensamientos en Dios y el cielo”.—En Lugares Celestiales, pág. 152.

Arreglar, limpiar, barrer, lavar la ropa, lustrar los zapatos, leer los materiales seculares, y otras semejantes, no son actividades sabáticas.

Consejos Generales

Debemos guardar cuidadosamente las extremidades del sábado. Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 22.

Todas las divergencias entre los miembros de la familia y entre hermanos deben ponerse a un lado antes que empiece el sábado. Ibíd.

Deben hacerse confesiones a Dios y entre sí. Ídem, pág. 23.

Antes de que comience el sábado, todos los miembros del hogar deben reunirse ante el altar familiar para leer la Palabra de Dios, y rendirle adoración a través de la oración y los cánticos.

Los niños deben tomar parte en el servicio del culto familiar, sobre todo en el sábado. Ibíd.

Deben evitarse oraciones y servicios largos. Ídem, pág. 24.

Todos deben asistir al servicio del culto y la escuela sabática en la casa de Dios donde deben ser participantes activos. Conducción del Niño, pág. 504.

Todos tenemos una parte en hacer que las reuniones sabáticas sean interesantes. Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 27.

Aunque no se permite cocinar en sábado, no es necesario comer los alimentos fríos. Ídem pág. 23.

“Provéase algo que sea considerado como un plato especial, algo que la familia no tiene cada día”.— Conducción del Niño, pág. 504.

Planear para ver la mano de Dios en la naturaleza al aire libre. Ídem, págs. 505, 506.

Tomar tiempo para leer libros como la Biblia, y el Espíritu de Profecía. Ídem, pág. 505.

Guardar los pensamientos y palabras, y dirigir la meditación y conversación hacia asuntos espirituales. Gospel Workers (1890), pág. 208.

Recordar que al visitar enfermos y dar estudios bíblicos estamos en perfecta armonía con el verdadero espíritu de observancia del sábado.

“Los que no son plenamente convertidos a la verdad permiten con frecuencia que sus mentes se espacien libremente en negocios mundanales, y aunque descansan del trabajo físico en sábado, su lengua expresa lo que tienen en la mente; de ahí sus palabras acerca de sus ganados, las cosechas y las pérdidas y ganancias. Todo esto es violar el sábado. Si la mente se espacia en asuntos mundanales, la lengua lo revelará; porque de la abundancia del corazón habla la boca”.— Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 288.

“Debemos hacer cada sábado un examen de nuestras almas para ver si la semana fenecida trajo ganancia o pérdida espiritual”.—Ídem, tomo 3, pág. 22.

“Durante la semana, nadie debiera permitirse quedar tan absorbido por sus intereses temporales y tan extenuado por sus esfuerzos en procura de ganancias materiales, como para que durante el sábado no tenga fuerza ni energía para darlas al servicio de Dios. Estamos robando al Señor cuando nos incapacitamos para rendirle culto en su día santo. Y también nos estamos robando a nosotros mismos, pues necesitamos el calor y la luz del compañerismo, tanto como la fortaleza que se pueden ganar de la sabiduría y la experiencia de otros cristianos”.—Conducción del Niño, pág. 502.

“Muchos necesitan instrucción en cuanto a cómo deben presentarse en la asamblea para adorar en sábado. No han de entrar en la presencia de Dios con las ropas que llevan comúnmente durante la semana. Todos deben tener un traje especial para el sábado, para llevarlo cuando asistan al culto en la casa de Dios. Aunque no debemos conformarnos a las modas mundanales, no debemos ser indiferentes acerca de nuestra apariencia exterior. Debemos ser aseados y estar bien arreglados, aunque sin adornos. Los hijos de Dios deben ser limpios en su interior y exterior”.—Joyas de los Testimonios, tomo 3, págs. 21, 22.

¿Durmiendo en la casa de Dios? “Nadie venga al lugar de culto para dormir. Esto no debiera verse en la casa de Dios. No os dormís cuando estáis empeñados en vuestros quehaceres temporales, porque tenéis interés en vuestro trabajo. ¿Permitiremos que el servicio que entraña intereses eternos sea puesto en un nivel inferior al de los asuntos temporales de la vida?” —Ídem, pág. 27.

Sugerencias sobre la preparación de alimentos para el sábado

“No debemos proveer para el sábado una cantidad o variedad mayor de alimentos que para los otros días. En vez de esto, los alimentos deben ser más sencillos, y debe comerse menos, a fin de que la mente esté clara y vigorosa para comprender las cosas espirituales. El comer demasiado anubla la mente. Se pueden oír las palabras más preciosas sin apreciarlas, debido a que la mente está turbada por un régimen impropio. Comiendo demasiado el sábado, muchos han deshonrado a Dios más de lo que piensan”.—Ídem, pág. 23.

Viajando en el sábado

“Si deseamos la bendición prometida a los obedientes, debemos observar el sábado más estrictamente. Temo que con frecuencia hagamos en ese día viajes que podrían evitarse. De acuerdo con lo que el Señor me ha comunicado acerca de la observancia del sábado, debemos ser más cuidadosos en cuanto a viajar en los barcos o coches en ese día. En este asunto, debemos dar el debido ejemplo a nuestros niños y jóvenes. A fin de alcanzar las iglesias que necesitan nuestra ayuda y darles el mensaje que Dios desea que oigan, puede sernos necesario viajar en sábado; pero hasta donde podamos debemos conseguir nuestros pasajes y hacer todos los arreglos necesarios en algún otro día. Cuando emprendemos un viaje, debemos hacer todo esfuerzo para evitar que nuestra llegada a destino sea en sábado”.—Ídem, pág. 26.

¿Niños jugando en el sábado?

“Padres, por encima de todas las cosas cuidad a vuestros hijos durante el sábado. No les permitáis que violen el santo día de Dios jugando en la casa o al aire libre. Lo mismo sería que quebrantarais vosotros mismos el sábado, que permitir que los hijos lo hagan, y cuando permitís que vuestros hijos vagabundeen y les toleráis que jueguen en el sábado, Dios os considera como violadores del sábado”.— Conducción del Niño, pág. 505.

Asistiendo a Escuelas Seculares y dando Exámenes en Sábado

“Algunos de nuestros hermanos han enviado a sus hijos a la escuela en sábado. No estaban obligados a hacer esto, pero las autoridades escolares ponían reparos en recibir a los niños a menos que asistieran los seis días. En algunas de estas escuelas, los alumnos no sólo reciben instrucción en los ramos comunes de estudio, sino que se les enseña a hacer diversas clases de trabajo, y allí los niños de los que profesan guardar los mandamientos de Dios han sido enviados en sábado. Algunos padres han procurado justificar su conducta citando la declaración de Cristo, de que es lícito hacer bien en sábado. Pero el mismo raciocinio demostraría que los hombres pueden trabajar en sábado porque deben ganar el pan de sus hijos; y no habría límite ni frontera para indicarnos lo que debe hacerse y lo que no debe hacerse. . .

Nuestros hermanos no pueden esperar la aprobación de Dios mientras colocan a sus hijos donde les es imposible obedecer al cuarto mandamiento. Deben esforzarse por hacer algún arreglo con las autoridades para que sus hijos sean excusados de asistir a la escuela el séptimo día. Si esto fracasa, entonces su deber es claro: obedecer a cualquier costo los requerimientos de Dios. En algunos lugares de la Europa Central, ciertas personas han sido multadas y encarceladas por no mandar a sus hijos a la escuela en sábado. En un lugar, después que un hermano hubo presentado claramente su fe, vino el oficial de justicia a su puerta y obligó a los niños a ir a la escuela. Los padres les dieron una Biblia en vez de sus libros de texto comunes, y dedicaron el tiempo a estudiarla. Pero dondequiera que pueda hacerse, nuestros hermanos deben establecer escuelas propias. Donde no pueden hacer esto, deben trasladarse tan pronto como sea posible a algún lugar donde puedan estar libres para guardar los mandamientos de Dios.

“Algunos insistirán en que el Señor no es tan meticuloso en sus requerimientos; que no es su deber observar estrictamente el sábado con tanta pérdida, ni ponerse en conflicto con las leyes del país. Pero en esto es precisamente donde viene la prueba, en saber si honraremos la ley de Dios por encima de los requerimientos de los hombres. Esto es lo que hará distinción entre quienes honran a Dios y quienes le deshonran. En esto es donde hemos de demostrar nuestra lealtad. La historia del trato de Dios con su pueblo en todas las épocas demuestra que él exige una obediencia estricta.

“Si los padres permiten que sus hijos reciban educación en el mundo y hagan del sábado un día común, entonces no podrá ser puesto sobre ellos el sello de Dios. Serán destruidos con el mundo; y ¿no recaerá su sangre sobre los padres? Pero si enseñamos fielmente a nuestros hijos los mandamientos de Dios, los sometemos a la autoridad paternal y luego por la fe y la oración los confiamos a Dios, él cooperará con nuestros esfuerzos porque lo ha prometido. Y cuando el azote abrumador recorra la tierra, ellos estarán con nosotros escondidos en el pabellón secreto del Señor”.—Joyas de los Testimonios, tomo 2, págs. 183, 184.

“Con tales orientaciones especiales como éstas, ¿cómo pueden los padres consentir que sus hijos asistan a la escuela en sábado, o en algún momento del sábado, igual que en cualquier otro día de la semana? Ésta es una cruz para cargar. Ésta es la línea de separación que se traza entre el fiel y el infiel. Ésta es la señal de que existe un pueblo que no anulará la ley de Dios aunque sea un sacrificio para sí mismo. Así podemos dar nuestro testimonio al mundo acerca de nuestra obediencia al Creador y Gobernador del mundo. Así será llevado el testimonio al mundo sobre la veracidad del sábado”.—Manuscript Releases, tomo 5, pág. 79.

Días Santos Anuales JudíosEl sábado semanal del Señor señalaba al pasado, a la obra de creación de Dios, mientras los siete días santos anuales de los judíos, también llamados sábados, señalaban al futuro, a la obra de redención de Cristo. Dios hizo una clara distinción entre estos dos cuando dijo: “De tarde a tarde guardaréis vuestro reposo . . . además de los días de reposo de Jehová” (Levítico 23:32, 38). En Romanos 14:5, Gálatas 4:10, y Colosenses 2:16, 17, es claro del contexto que Pablo se refiere a los sábados anuales de los judíos (“tus sábados”), no a los sábados semanales del Señor (“mis sábados”).