LA NUEVA TIERRA

Después de que esta tierra haya sido purificada por el fuego al final del milenio, se cumplirá la promesa dada a nuestros antepasados espirituales con referencia a la nueva tierra. Génesis 12:7; 17:7, 8; Éxodo 6:5–8; Hechos 7:2, 5; Romanos 4:13; Hebreos 11:9, 10, 13–16, 39; 13:14. Esta tierra será redimida y restaurada a su condición original, la condición del Edén. Todas las cosas serán hechas nuevas. Isaías 11:1–11; 32:16–18; 35:4–8; 65:17–25; Salmo 37:11, 29; Miqueas 4:8; Mateo 5:5; 2 Pedro 3:13; Apocalipsis 22:1–5; Daniel 2:35, 44; 7:27 (compárese con Apocalipsis 11:15).

“La herencia que Dios prometió a su pueblo no está en este mundo. Abrahán no tuvo posesión en la tierra, ‘ni aun para asentar un pie’ (Hechos 7:5). . . La dádiva prometida a Abrahán y a su simiente incluía no sólo la tierra de Canaán, sino toda la tierra. Así dice el apóstol: ‘No por la ley fué dada la promesa a Abraham o a su simiente, que sería heredero del mundo, sino por la justicia de la fe’ (Romanos 4:13). Y la Sagrada Escritura enseña expresamente que las promesas hechas a Abrahán han de ser cumplidas mediante Cristo. Todos los que pertenecen a Cristo, ‘ciertamente la simiente de Abrahán’ son, ‘y conforme a la promesa los herederos’, herederos de la ‘herencia incorruptible, y que no puede contaminarse, ni marchitarse’, herederos de la tierra libre de la maldición del pecado. Porque ‘el reino, y el señorío, y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo’, será ‘dado al pueblo de los santos del Altísimo’, y ‘los mansos heredarán la tierra, y se recrearán con abundancia de paz’ (Gálatas 3:29; 1 Pedro 1:4; Daniel 7:27; Salmo 37:11)”.—Patriarcas y Profetas, págs. 166, 167.

“ ‘¡Oh, torre del rebaño, colina de la hija de Sión, a ti te llegará; sí, a ti vendrá el dominio anterior!’ (Miqueas 4:8). Llegó el momento por el cual suspiraron los santos desde que la espada de fuego expulsó a la primera pareja del paraíso, el tiempo de ‘la redención de la posesión adquirida’ (Efesios 1:14). La tierra dada al principio al hombre para que fuera su reino, entregada alevosamente por él a manos de Satanás, y conservada durante tanto tiempo por el poderoso enemigo, ha sido recuperada mediante el gran plan de la redención.

Todo lo que se había perdido por el pecado, ha sido restaurado. ‘Así dice Jehová . . . el que formó la tierra y la hizo, el cual la estableció; no en vano la creó, sino que para ser habitada la formó’ (Isaías 45:18). El propósito primitivo que tenía Dios al crear la tierra se cumple al convertirse ésta en la morada eterna de los redimidos. ‘Los justos heredarán la tierra, y vivirán para siempre sobre ella’ (Salmo 37:29)”.—El Conflicto de los Siglos, pág. 733.

En la nueva tierra, que será el eterno hogar de los redimidos, no habrá más sufrimiento, “porque las primeras cosas pasaron”. El pecado y su autor han dejado de existir, y la gran controversia llegó a su fin. Apocalipsis 21:1–7.

En la Nueva Jerusalén no habrá noche debido a la presencia de Dios, cuya luz y gloria cubrirán la ciudad. Apocalipsis 21:25; 22:3–5.

“El pueblo de Dios tiene el privilegio de tener comunión directa con el Padre y el Hijo”.—Ídem, pág. 735.

De sábado en sábado, todos se reunirán ante Dios por toda la eternidad. Isaías 66:22, 23. Pablo se refiere al lugar que Dios ha preparado para los redimidos como “cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1 Corintios 2:9).

“El mismo fuego proveniente de Dios que consumió a los impíos purificó toda la tierra. Las desgarradas montañas se derritieron con el ardiente calor; también la atmósfera y todo el rastrojo fueron consumidos. Entonces nuestra heredad apareció delante de nosotros, gloriosa y bella, y heredamos toda la tierra renovada. Clamamos en alta voz: ‘¡Gloria! ¡Aleluya!’ ” —Primeros Escritos, pág. 54.

“Cristo aseguró a sus discípulos que iba a preparar mansiones para ellos en la casa de su Padre. Los que aceptan las enseñanzas de la Palabra de Dios no ignorarán por completo lo que se refiere a la patria celestial”.— El Conflicto de los Siglos, pág. 733.

“La obra de la redención estará completa. Donde el pecado abundó, sobreabundó la gracia de Dios. La tierra misma, el campo que Satanás reclama como suyo, ha de quedar no sólo redimida sino exaltada. Nuestro pequeño mundo, que es bajo la maldición del pecado la única mancha oscura de su gloriosa creación, será honrado por encima de todos los demás mundos en el universo de Dios. Aquí, donde el Hijo de Dios habitó en forma humana; donde el Rey de gloria vivió, sufrió y murió; aquí, cuando renueve todas las cosas, estará el tabernáculo de Dios con los hombres, ‘morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y el mismo Dios será su Dios con ellos’. Y a través de las edades sin fin, mientras los redimidos anden en la luz del Señor, le alabarán por su Don inefable: Emmanuel; ‘Dios con nosotros’ ”.—El Deseado de Todas las Gentes, pág. 18.

“Nos hallamos todavía en medio de las sombras y el torbellino de las actividades terrenales. Consideremos con sumo fervor el bienaventurado más allá. Que nuestra fe penetre a través de toda nube de tinieblas, y contemplemos a Aquel que murió por los pecados del mundo. Abrió las puertas del paraíso para todos los que le reciban y crean en él. Les da la potestad de llegar a ser hijos e hijas de Dios. Permitamos que las aflicciones que tanto nos apenan y agravian sean lecciones instructivas, que nos enseñen a avanzar hacia el blanco del premio de nuestra alta vocación en Cristo. Sintámonos alentados por el pensamiento de que el Señor vendrá pronto. Alegre nuestro corazón esta esperanza. ‘Aun un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará’ (Hebreos 10:37). Bienaventurados son aquellos siervos que, cuando venga su Señor, sean hallados velando.

“Vamos hacia la patria. El que nos amó al punto de morir por nosotros, nos ha edificado una ciudad. La Nueva Jerusalén es nuestro lugar de descanso. No habrá tristeza en la ciudad de Dios. Nunca más se oirá el llanto ni la endecha de las esperanzas destrozadas y de los afectos tronchados. Pronto las vestiduras de pesar se trocarán por el manto de bodas. Pronto presenciaremos la coronación de nuestro Rey. Aquellos cuya vida quedó escondida con Cristo, aquellos que en esta tierra pelearon la buena batalla de la fe, resplandecerán con la gloria del Redentor en el reino de Dios”.—Joyas de los Testimonios, tomo 3, págs. 433, 434.

“El gran conflicto ha terminado. Ya no hay más pecado ni pecadores. Todo el universo está purificado. La misma pulsación de armonía y de gozo late en toda la creación. De Aquel que todo lo creó manan vida, luz y contentamiento por toda la extensión del espacio infinito. Desde el átomo más imperceptible hasta el mundo más vasto, todas las cosas animadas e inanimadas, declaran en su belleza sin mácula y en júbilo perfecto, que Dios es amor”.—El Conflicto de los Siglos, pág. 737.