LA SEPARACIÓN DEL MUNDO

La separación del mundo significa apartarse de sus ideas, teorías, hábitos, prácticas, asociaciones mundanas, y todo lo que es contrario a la Palabra de Dios. Juan 17:15, 16; 2 Corintios 6:14–18; Santiago 4:4; 1 Juan 2:15–17; Apocalipsis 18:4.

“Hay una línea clara trazada por Dios mismo entre el mundo y la iglesia, entre los que observan los mandamientos y los que los violan. No se fusionan”.—Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 244.

“Dios probará la fidelidad de su pueblo. Muchos de los errores que cometen los que profesan ser servidores de Dios son consecuencia de su amor propio, su deseo de aprobación, su sed de popularidad. Así cegados, no se dan cuenta de que son elementos de oscuridad en vez de luz. ‘Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os acogeré, y seré a vosotros por Padre, y vosotros me seréis por hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso’ (2 Cor. 6:17, 18). Estas son las condiciones que permitirán que se nos reconozca como hijos de Dios: la separación del mundo y el renunciamiento a las cosas que engañan, fascinan y entrampan.”—Testimonios, tomo 5, págs. 12, 13.

“Se requiere que los seguidores de Cristo salgan del mundo, y estén separados, y no toquen lo inmundo, para tener la promesa de ser los hijos e hijas del Altísimo, miembros de la familia real. Pero si no cumplen con las condiciones, no puede cumplirse en ellos la promesa.”—Ídem, tomo 2, pág. 392.

“Tan pronto como alguien tenga un deseo de imitar las modas del mundo, y éste no sea dominado inmediatamente, con la misma prontitud Dios dejará de reconocerlos como sus hijos. Son hijos del mundo y de las tinieblas”.—Ídem, tomo 1, pág. 137.

“Jesús viene; y ¿hallará un pueblo conformado con el mundo? ¿Lo reconocerá él como pueblo suyo que ha purificado para sí? Oh, no. Solamente reconocerá como suyo lo puro y santo”.—Mensajes para los Jóvenes, pág. 126.

La Reforma en la Indumentaria

Una de las condiciones en la que Dios promete aceptarnos como su pueblo es la separación del mundo. Mateo 6:24; Santiago 4:4; 2 Pedro 1:4.

Así como los hijos de Israel debían llevar una cinta azul como señal de distinción entre ellos y las naciones idólatras a su alrededor, así la iglesia de Dios debe observar hoy los principios de reforma en la vestimenta. Números 15:37–41. Los creyentes deben vestirse modestamente, con un fin sano, de un modo elegante y con pulcritud, representando así los principios del reino celestial.

“La reforma en la manera de vestir se introdujo entre nosotros con el fin de proteger al pueblo de Dios de la influencia corruptora del mundo, como también para promover la salud física y moral. No tenía el propósito de ser un yugo esclavizador sino una bendición, ni de aumentar el trabajo sino de disminuirlo, tampoco de añadir al costo de la vestimenta sino de ahorrar en el gasto. Distinguiría del mundo al pueblo de Dios y así serviría como barrera contra sus modas y locuras. El que conoce el fin desde el principio, que comprende nuestra naturaleza y nuestras obras —nuestro compasivo Redentor—, vio nuestros peligros y dificultades y condescendió a darnos advertencias e instrucciones oportunas concernientes a nuestros hábitos de vida, aun en la selección debida de los alimentos y la vestimenta”.— Consejos sobre la Salud, págs. 600, 601.

“Nuestras palabras, nuestras acciones y nuestra indumentaria predican diariamente y en forma vívida, y juntan para Cristo o dispersan. Esto no es un asunto trivial, que se ha de dejar a un lado con una broma. El tema de la indumentaria exige seria reflexión y mucha oración. Muchos incrédulos han sentido que no han estado haciendo bien al permitir que los esclavizara la moda; pero cuando ven vestirse como los mundanos y gozar de una sociedad frívola a algunas personas que hacen alta profesión de piedad, deciden que una conducta tal no debe ser mala”.—Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 596.

“Pesa sobre nosotros como pueblo un terrible pecado, porque hemos permitido que los miembros de nuestras iglesias vistan de una manera inconsecuente con su fe. Debemos levantarnos en seguida, y cerrar la puerta a las seducciones de la moda. A menos que lo hagamos, nuestras iglesias se desmoralizarán”.—Ídem, pág. 601.

La Biblia enfatiza la modestia y el respeto propio, prohibiendo en hombres y mujeres las modas extravagantes e indecentes y las costumbres del mundo. Aunque en tiempos pasados la moda era principalmente un problema que afectaba a las mujeres, infelizmente, a medida que nos acercamos al fin, Satanás está destruyendo la experiencia de algunos hombres incluso en este punto. Diseños tales como ropa muy ajustada, escotes y aberturas, shorts (pantalones cortos), y tejidos transparentes (exponiendo la desnudez), calzado malsano, joyas, y siguiendo las tendencias modernas por causa de la moda son perjudiciales a la experiencia del cristiano y están prohibidas en la Palabra de Dios. A través de estas cosas se ejerce sobre los demás una influencia negativa, y tendremos que responder a Dios por llevar las almas a decidirse en contra de la verdad, por vivir de esta manera en contradicción con nuestra profesión de fe. Génesis 35:1–4; Isaías 3:16–24; 1 Timoteo 2:9, 10; 1 Pedro 3:1–5.

Los hombres y las mujeres no deben causar una confusión de los sexos por su conducta, por la ropa o por la apariencia (la longitud del cabello) para parecerse al sexo opuesto, porque Dios lo declara como una abominación. “No vestirá la mujer traje de hombre, ni el hombre vestirá ropa de mujer; porque abominación es a Jehová tu Dios cualquiera que esto hace”. Deuteronomio 22:5; 1 Corintios 11:14, 15.

“Hay una tendencia creciente de que las mujeres, en su vestido y apariencia, se aproximen al otro sexo todo lo que sea posible y la moda es que sus vestidos sean muy parecidos a los de los hombres, pero Dios declara que esto es una abominación. ‘Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia’ (1 Timoteo 2:9)”.—Conducción del Niño, págs. 401, 402.

Desde el mismo principio de la creación de la raza humana, Dios puso una diferencia entre los hombres y las mujeres y desea que esta distinción sea mantenida. Génesis 1:27.

“Dios quería que hubiera una clara distinción entre el vestido de hombres y mujeres y ha considerado el asunto de importancia suficiente para dar instrucciones explícitas acerca de él; pues la misma vestimenta usada por ambos sexos ocasionaría confusión y gran aumento del crimen. Si el apóstol Pablo viviera, y observara a mujeres que profesan piedad con este estilo de vestimenta, proferiría un reproche. ‘Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad’. Multitudes de profesos cristianos dejan completamente de lado las enseñanzas de los apóstoles, y llevan puesto oro, perlas, y costosos adornos”.—Testimonies, tomo 1, pág. 460.

Además, cuando hombres y mujeres entran en la presencia de Dios para rendirle adoración, debe haber aún una distinción adicional en su manera de vestir. Éxodo 3:5; 20:26; 28:42, 43. Como una señal de reverencia y respeto cuando venimos a la casa de culto, debemos llevar el atavío apropiado. Juan 21:7; Génesis 3:7, 21; Isaías 6:2; Salmo 89:7.

“Con frecuencia me apena, al entrar en la casa donde se adora a Dios, ver las ropas desaseadas de hombres y mujeres. Si el atavío exterior fuese indicio del corazón y carácter, no habría por cierto nada celestial en ellos. No tienen verdadera idea del orden, el aseo y el comportamiento refinado que Dios requiere de todos los que se allegan a su presencia para adorarle. ¿Qué impresiones dejan estas cosas en los incrédulos y en los jóvenes, que son avizores para discernir y sacar sus conclusiones?

“En la mente de muchos, no hay más pensamientos sagrados relacionados con la casa de Dios que con el lugar más común. Algunos entran en el local de culto con el sombrero puesto y ropas sucias. Los tales no se dan cuenta de que han de encontrarse con Dios y los santos ángeles. Debe haber un cambio radical al respecto en todas nuestras iglesias. Los predicadores mismos necesitan elevar sus ideas, tener una susceptibilidad más delicada al respecto. Es una característica de la obra que ha sido tristemente descuidada. A causa de la irreverencia en la actitud, la indumentaria y el comportamiento, por falta de una disposición a adorarle, Dios ha apartado con frecuencia su rostro de aquellos que se habían congregado para rendirle culto”.—Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 201.

Los seguidores de Cristo, sabiendo que Dios ha tomado la vestimenta como figura de la justicia (Apocalipsis 19:8), no pueden ser desordenados y desaliñados en su vestido.

“Debe saberse si los que profesan estar convertidos están simplemente adoptando el nombre de adventistas del séptimo día, o si están tomando su posición del lado del Señor para salir del mundo y separarse y no tocar cosa inmunda. Cuando dan evidencia de que entienden plenamente su posición, han de ser aceptados. Pero cuando revelan estar siguiendo las costumbres y modas y sentimientos del mundo, ha de tratarse con ellos con firmeza. Si no sienten ninguna preocupación por cambiar su conducta, no deben ser retenidos como miembros de la iglesia. El Señor desea que aquellos que componen su iglesia sean veraces y fieles administradores de la gracia de Cristo”.—Testimonios para los Ministros, pág. 128.

“La moda está deteriorando el intelecto y royendo la espiritualidad de nuestro pueblo. La obediencia a las modas está invadiendo nuestras iglesias adventistas, y está haciendo más que cualquier otro poder para separar de Dios a nuestro pueblo. . . Las reglas de nuestras iglesias son muy deficientes. Todas las manifestaciones de orgullo en el vestir, que son prohibidas en la Palabra de Dios, deben ser suficiente razón para que la iglesia ejerza disciplina. Si a pesar de las amonestaciones, súplicas y ruegos, se continúa siguiendo la voluntad perversa, puede ello considerarse como prueba de que el corazón no está de ninguna manera unido al de Cristo. El yo, y únicamente el yo, es el objeto de la adoración, y un cristiano profeso de esta índole apartará a muchos de Dios”.—Joyas de los Testimonios, tomo 1, págs. 600, 601.

“Sus palabras, su indumentaria y sus acciones deben hablar en favor de Dios. Entonces ejercerán una influencia santa sobre todos los que los rodeen, y aun los incrédulos conocerán que han estado con Jesús”.— Ídem, págs. 594, 595.

“No debe haber descuido en la vestimenta. Por la causa de Cristo, cuyos testigos somos, debemos buscar sacar el mayor provecho de nuestra apariencia”.—Testimonies, tomo 6, pág. 96.

“Nuestra única seguridad es mantenernos como un pueblo peculiar de Dios. No debemos ceder una pulgada a las costumbres y usos de esta era degenerada, sino mantenernos en independencia moral, sin comprometernos con sus prácticas corruptas e idólatras”.—Conducción del Niño, pág. 422.

Mensajes Selectos, tomo 1, págs. 91, 92; tomo 3, pág. 278; Alza tus Ojos, págs. 298, 170.

Las Asociaciones

Dios ha hecho de su pueblo una luz en este mundo. Como tal, debe entablar relaciones sociales con las personas a su alrededor con el propósito de llevarles el mensaje del evangelio. Mateo 5:13–16; Juan 17:15. Pero Dios también ha hecho una distinción definida entre su pueblo y el mundo. Si queremos ser identificados con Cristo, huiremos de la sociedad de los mundanos que sería perjudicial para nuestra experiencia cristiana. No podemos colocarnos donde Cristo no pueda ir con nosotros. Ezequiel 44:23; Amós 3:3; 2 Corintios 6:14–17.

Los profesos cristianos que no comprenden este principio, y a qué afectos deben abominar, serán clasificados con el mal siervo. Mateo 24:48–51. La separación del mundo también involucra la separación de sociedades secretas, partidos políticos, sindicatos, sociedades comerciales con los incrédulos, y cualquier otra alianza con el mundo. Isaías 8:12; Juan 8:23; 18:36.

Incluso las cosas que son lícitas en sí mismas, si practicadas de una mala forma, con gente mala, en el lugar y momento incorrectos, pueden operar como una trampa de Satanás. Pero, en primer lugar, debemos huir de los males más evidentes, como las asociaciones mundanas, la música impropia, los juegos de competencia, los entretenimientos, las modas indecentes, la participación en la política, el mal uso de los modernos medios de comunicación, y la influencia corruptora de la satánica “basura” que llega a través de los medios de comunicación masiva, que generalmente atrae a las mentes débiles. Filipenses 4:8; Salmo 101:3; Special Testimonies on Education, pág. 211; Consejos para los Maestros, Padres y Alumnos, pág. 353.

“Únicamente los abnegados, los que viven con sobriedad, humildad y santidad, son verdaderos seguidores de Jesús. Y los tales no pueden disfrutar de la conversación frívola y vacía del que ama al mundo”.—Consejos para los Maestros, Padres y Alumnos, pág. 312.

“Hay personas de imaginación enfermiza para quienes la religión es un tirano, que las gobierna con vara de hierro. Las tales lamentan constantemente su propia depravación, y gimen por males supuestos. No existe amor en su corazón; su rostro es siempre ceñudo. Las deja heladas la risa inocente de la juventud o de cualquiera. Consideran como pecado toda recreación o diversión, y creen que la mente debe estar constantemente dominada por pensamientos austeros. Este es un extremo. Otros piensan que la mente debe dedicarse constantemente a inventar nuevas diversiones a fin de tener salud. Aprenden a depender de la excitación, y se sienten intranquilos sin ella. Los tales no son verdaderos cristianos. Van a otro extremo. Los verdaderos principios del cristianismo abren ante nosotros una fuente de felicidad, cuya altura, profundidad, longitud y anchura son inconmensurables”.—Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 178.

“Educad a los hombres y las mujeres para que a su vez críen a sus hijos libres de las prácticas falsas que están de moda, y para que les enseñen a ser útiles. Las madres deberían educar a sus hijas para que realicen trabajos útiles, y no solamente trabajos en la casa sino también fuera de ella. Las madres también pueden educar a sus hijos, hasta cierta edad, para que hagan trabajo útil dentro y fuera de la casa.

“En nuestro mundo hay suficientes cosas necesarias y útiles que deben hacerse, como para tornar casi enteramente innecesarias las diversiones destinadas a proporcionar placer. El cerebro, los huesos y los músculos adquirirán solidez y fuerza al emplearlos con un propósito definido, al ejercitar intensamente el pensamiento con ideas acertadas, y al trazar planes que los preparen [a los jóvenes] para desarrollar las facultades del intelecto y la fuerza de los órganos físicos, lo cual equivaldría a utilizar prácticamente los talentos con los cuales pueden glorificar a Dios. . .

“No condeno el ejercicio sencillo de jugar a la pelota, pero éste, aun en su sencillez, puede practicarse con exageración. Siempre me estremezco a causa de los resultados que casi con seguridad seguirán después de esta clase de diversión. Conduce a gastar los recursos que deberían emplearse para llevar la luz de la verdad a las almas que perecen sin Cristo. Las diversiones y el gasto de dinero para la complacencia de sí mismo, lo cual conduce paso a paso a la glorificación del yo, y al hábito de jugar por placer, producen un amor y una pasión por esas cosas que no favorecen la perfección del carácter cristiano”.—Mensajes Selectos, tomo 2, págs. 370, 371.

“Reúnanse varias familias que viven en una ciudad o pueblo y dejen las ocupaciones que las han estado abrumando física y mentalmente y hagan una excursión al campo, a orillas de algún hermoso lago o un lindo bosque que sea un bello escenario de la naturaleza. Deberían proveerse de alimento sencillo e higiénico, de las mejores frutas y cereales, y tender su mesa bajo la sombra de algún árbol o el pabellón del cielo. El viaje, el ejercicio y el paisaje estimularán el apetito, y gozarán de una comida que los reyes envidiarían.

“En tales ocasiones los padres y los niños deberían sentirse libres de cuidados, de trabajos y de perplejidades. Los padres deberían hacerse niños a la par de sus hijos, tratando de que todo sea para ellos tan agradable como sea posible. El día entero debería ser dedicado a la recreación. El ejercicio al aire libre será benéfico para la salud de aquellos que trabajan en locales cerrados y cuya ocupación es sedentaria. Todos los que pueden, deberían considerar un deber hacer esto. Nada se perderá, pero en cambio se ganará mucho”.—Mensajes para los Jóvenes, págs. 390, 391.