LA FAMILIA CRISTIANA
Después de crear a Adán y Eva, Dios los unió como marido y esposa, los bendijo, y entonces les dijo: “Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla”. Génesis 1:28. Era el propósito de Dios que la tierra fuera poblada con seres creados a su propia imagen, compuesta de familias que le darían gloria y serían miembros de la familia mayor en el cielo. Isaías 45:18; Efesios 3:14, 15. Aunque el propósito original de Dios fue desviado como resultado del pecado, su cumplimiento final es seguro. Romanos 8:28; Apocalipsis 21:3, 5.
La familia es la raíz o núcleo central de la sociedad. La familia cristiana es aquella en la que Dios es reconocido como el objeto supremo de culto. Él es la cabeza, protector, guía e instructor de tales familias. La familia cristiana es la unidad orgánica más pequeña de la iglesia de Dios en la tierra. Mateo 18:20. La familia cristiana también es una escuela en la cual sus miembros son maestros y estudiantes que comparten su conocimiento y aprenden uno de otro. La Palabra de Dios, junto con el libro de la naturaleza, debe ser la fuente principal de instrucción en la escuela familiar. El objetivo de la empresa familiar debe ser preparar a sus estudiantes a fin de ser útiles en esta vida y para graduarse en la escuela celestial. Deuteronomio 6:4–9; Salmo 128:1–6.
Una obra especial de restauración en la familia ha sido profetizada que ocurriría antes de la segunda venida de Cristo. Malaquías 4:5, 6.
El Marido y Padre
El marido cristiano, como padre y sacerdote de la familia, es su protector, instructor, guía y proveedor. Génesis 3:19; 1 Corintios 11:3. Éste es el papel asignado a él por Dios. Es responsable por el bienestar espiritual, mental y físico de su familia. Efesios 6:4; 5:28–31, 33; 1 Timoteo 5:8; 1 Pedro 3:7.
Junto con su esposa, debe enseñarles a sus hijos a amar y obedecer a Dios, y educarlos para el servicio en esta vida y la venidera, según las instrucciones dadas en la Biblia. Como sacerdote en la familia, el padre es el único jefe responsable por la instrucción religiosa y educación de sus hijos. También es el que debe dirigir los servicios del culto familiar en la mañana y en la noche. Génesis 18:19; 35:2–4; Josué 24:15; Colosenses 3:21.
La Esposa y Madre
La esposa cristiana, como madre, es la principal maestra de los hijos en la familia, especialmente en sus primeros años. Ella tiene una grande e importante responsabilidad en disciplinar y educarlos de acuerdo con las instrucciones dadas en la Palabra de Dios. Junto con su marido, es responsable por su bienestar espiritual, mental y físico. Es parte de su responsabilidad desarrollar un carácter en sus hijos según la semejanza divina para el presente y para la eternidad. Mientras el padre es el vínculo de la familia, la madre es el ama de casa. Proverbios 31:10–31; Efesios 5:22–24, 33; 1 Tesalonicenses 5:23; 1 Timoteo 5:4; Tito 2:4, 5.
Los Hijos en la Familia
Los hijos son la herencia del Señor. Salmo 127:3–5; Proverbios 17:6. Ellos son el futuro de la sociedad y de la iglesia de Dios en la tierra. Han sido confiados a los padres y las madres con el objeto de ser disciplinados y educados por ellos para convertirse en miembros de la familia celestial del Señor, y miembros útiles de la sociedad mientras están aquí en la tierra. Salmo 144:12; Isaías 8:18. Los hijos deben aprender a amar, honrar y respetar a sus padres y obedecerlos como es conveniente en el Señor. Éxodo 20:12. También deben aprender a amar y obedecer a Dios, y respetar los ministros, maestros, gobernantes y todos aquellos a quienes Dios ha delegado autoridad. Los hijos deben ser educados y animados a prepararse para ser colaboradores de Dios en la tierra aprendiendo oficios y/o profesiones que puedan ayudar en el adelantamiento de su reino y apresuramiento de la venida de Cristo. Levítico 19:32; 2 Reyes 2:23, 24; Salmo 78:2–7; Proverbios 22:6; Efesios 6:1–3; Colosenses 3:20.
“Dios creó al hombre para la gloria divina, para que después de pasar por la prueba y la aflicción la familia humana pudiera llegar a ser una con la familia celestial. El propósito de Dios era repoblar el cielo con la familia humana, si hubiera demostrado obediencia a cada palabra divina. Adán había de ser probado para ver si iba a ser obediente, como los ángeles leales, o desobediente”.—Comentario Bíblico ASD [Comentarios de Elena G. de White], tomo 1, pág. 1096.
“En la antigüedad el padre era el jefe y el sacerdote de su propia familia, y ejercía autoridad sobre sus hijos, aun después de que éstos tenían sus propias familias. Sus descendientes aprendían a considerarle como su jefe, tanto en los asuntos religiosos como en los seculares. Abrahán trató de perpetuar este sistema patriarcal de gobierno, pues tendía a conservar el conocimiento de Dios. Era necesario vincular a los miembros de la familia, para construir una barrera contra la idolatría tan generalizada y arraigada en aquel entonces. Abrahán trataba por todos los medios a su alcance de evitar que los habitantes de su campamento se mezclaran con los paganos y presenciaran sus prácticas idólatras; pues sabía muy bien que la familiaridad con el mal iría corrompiendo insensiblemente los sanos principios. Ponía el mayor cuidado en excluir toda forma de religión falsa y en hacer comprender a los suyos la majestad y gloria del Dios viviente como único objeto del culto”.—Patriarcas y Profetas, págs. 136, 137.
“Para hacer esta obra, los padres y los maestros deben comprender ellos mismos el ‘camino’ por el cual debe andar el niño. Esto abarca más que tener simplemente un conocimiento de los libros. Abarca todo lo que es bueno, virtuoso, justo y santo. Abarca la práctica de la templanza, la piedad, la bondad fraternal y el amor mutuo y hacia Dios. A fin de alcanzar este objeto, debe recibir atención la educación física, mental, moral y religiosa de los niños”.—Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 314.
“No puede darse demasiada importancia a la primera educación de los niños. Las lecciones aprendidas, los hábitos adquiridos durante los años de la infancia y de la niñez, influyen en la formación del carácter y la dirección de la vida mucho más que todas las instrucciones y que toda la educación de los años subsiguientes”.—El Ministerio de Curación, págs. 293, 294.
“Las madres pueden haber adquirido el conocimiento de muchas cosas, pero no han obtenido el conocimiento esencial a menos que tengan un conocimiento de Cristo como Salvador personal. Si Cristo está en el hogar, si las madres lo han hecho su Consejero, educarán a sus hijos desde su misma niñez en los principios de la verdadera religión”.—Conducción del Niño, pág. 444.“La mayor evidencia del poder del cristianismo que se pueda presentar al mundo es una familia bien ordenada y disciplinada”.—El hogar cristiano, pág. 26.