EL DON DE PROFECÍA

Después de la ascensión de Cristo, y después de que los discípulos se habían entregado completamente a Dios a través de la fe y la oración y habían llegado a la unidad perfecta entre sí, el Espíritu Santo fue derramado sobre ellos en plenitud. Lucas 24:49; Hechos 2:1–4. Dones espirituales les fueron asignados entonces a ellos, a fin de ser usados para el bienestar común de la iglesia y para el avance de la obra de Dios. Los dones del Espíritu que se concedieron a los cristianos primitivos, incluyendo a los apóstoles, fueron palabras de sabiduría, palabras de conocimiento, fe, sanidad, profecía, discernimiento de espíritus, milagros, lenguas, interpretación de lenguas, enseñanza, administración, y caridad (amor puro y abnegado en acción). Amós 3:7; 1 Corintios 12:7–11, 28;Efesios 4:7, 8, 11; 1 Pedro 4:10, 11.

Mientras aconsejaba a la iglesia a buscar “los dones mejores”, el apóstol Pablo puso énfasis en “un camino aún más excelente”—la caridad. 1 Corintios 12:31; 13:1–8, 13. Entonces agregó: “Procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis” (1 Corintios 14:1). La segura palabra profética es la base de nuestra fe (Proverbios 29:18; Oseas 12:10, 13; 2 Crónicas 20:20; Mateo 10:41; 1 Tesalonicenses 5:19–21; 2 Pedro 1:19–21).

Los dones del Espíritu serán restaurados al remanente fiel antes de la segunda venida de Jesús. 1 Corintios 1:7, 8.

De acuerdo con la promesa de Dios, el don de profecía fue restaurado a la verdadera iglesia en estos últimos días. Joel 2:28; Hechos 2:14–21; Apocalipsis 12:17 (compárese con Apocalipsis 19:10). Poco después del segundo gran chasco en 1844, Elena G. de White fue llamada por Dios al ministerio profético entre los primeros adventistas, y su obra ha resistido la prueba de Isaías 8:20 y Mateo 7:16, 20.

El propósito principal de los escritos de Elena G. de White es para restablecer en hombres y mujeres la descuidada Palabra de Dios, impresionando en sus corazones las verdades reveladas en la Biblia, e impidiendo que los creyentes se alejen de estas verdades.

El Don de Profecía

“En [su Palabra] Dios ha prometido dar visiones en los ‘postreros días’ no para tener una nueva norma de fe, sino para consolar a su pueblo, y para corregir a los que se apartan de la verdad bíblica”.—Primeros Escritos, pág. 78.

“En los tiempos antiguos Dios habló a los hombres por la boca de los profetas y apóstoles. En estos días les habla por los Testimonios de su Espíritu. Nunca hubo un tiempo en que Dios instruyera a su pueblo más fervientemente de lo que lo instruye ahora acerca de su voluntad y de la conducta que quiere que siga”.— Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 276.

“En su Palabra el Señor ha revelado claramente su voluntad a los que poseen riquezas. Pero porque sus claras ordenes han sido menospreciadas, él misericordiosamente les presenta por medio de Testimonios, los peligros que corren. No da nueva luz, sino les llama la atención a la luz que ya ha sido revelada en su Palabra”.— Testimonios, tomo 2, pág. 583.

“Si os hubieseis dedicado a estudiar la Palabra de Dios, con un deseo de alcanzar la norma de la Biblia y la perfección cristiana, no habríais necesitado los Testimonios. Es porque habéis descuidado el familiarizaros con el Libro inspirado de Dios por lo que él ha tratado de alcanzaros mediante testimonios sencillos y directos, llamando vuestra atención a las palabras de la inspiración que habéis descuidado de obedecer, e invitándoos a amoldar vuestra vida de acuerdo con sus enseñanzas puras y elevadas”.—Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 280.

“La Palabra de Dios basta para iluminar la mente más obscurecida, y puede ser entendida por los que tienen deseos de comprenderla. Pero no obstante todo eso, algunos que profesan estudiar la Palabra de Dios se encuentran en oposición directa a sus más claras enseñanzas. Entonces, para dejar a hombres y mujeres sin excusa, Dios da testimonios claros y señalados, a fin de hacerlos volver a la Palabra que no han seguido”.— Ídem, pág. 279.

“Los tomos de Spirit of Prophecy, y también los Testimonies, deben introducirse en cada familia de observadores del sábado, y los hermanos deben saber su valor y deben instar a leerlos”.—Testimonies, tomo 4, pág. 390.

“La Palabra de Dios es la norma infalible. Los testimonios no han de ocupar el lugar de la Palabra. Debe ejercerse gran cuidado por parte de todos los creyentes, para presentar cuidadosamente estas cuestiones, y siempre conviene detenerse cuando se ha dicho suficiente. Prueben todos su posición por medio de las Escrituras, y prueben por la Palabra revelada de Dios todo punto que sostienen como verdad”.—El Evangelismo, pág. 190.

“Satanás está . . . constantemente haciendo fuerza por introducir lo espurio a fin de apartar de la verdad. Precisamente, el último engaño de Satanás se hará para que no tenga efecto el testimonio del Espíritu de Dios”.—Mensajes Selectos, tomo 1, pág. 54.